miércoles, 24 de marzo de 2010

Visitas inesperadas

Ella llega como se vuelve de la muerte: feliz, apurada por llegar, los ojos luminosos, contenta.
Enseguida lo recorre todo, como necesitando dejar su perfume en todos los ambientes, en todos los rincones. Una especie de santificación de los espacios.
Se descalza, detecta si hay flores, si las toallas están sucias, si se precisa un sahumerio, si falta música. Recién allí se relaja, se distiende, abre su bolso y saca sus curiosidades como una vendedora ambulante. Piedras, tés, pañuelos, semillas nutritivas, recortes, libros, una botellita de agua, cepillo de dientes, una muda de ropa (porqué es muda la ropa?).
Y entonces sucede aquello que siempre me sorprende. La casa no es la misma, mi cuarto es mas amplio, la cocina mas luminosa, de golpe el living es confortable. El ambiente imposible ahora es un bello lugar para estar.
Nunca tiene una actitud crítica, pero en su recorrida cuela sus sugerencias y comentarios de forma tan aparentemente sabia, que no hay cómo esquivar el bulto.
Cuando tenga que irse desandará los mismos caminos, recogerá todo lo esparcido y callará.
Ahora está por ahi, mientras se agotan mis diez minutos. Viene hacia mí sonriendo, será mejor dejarlo acá.
Arturo

No hay comentarios:

Publicar un comentario