miércoles, 24 de marzo de 2010

Sin sal

Por qué esperaste tanto para decírmelo? Si a vos te sobran siempre las palabras...pero esta vez decidiste quedarte callado?
Jugás a las adivinanzas, me decís que es algo animal, que es rojo pero luego se va oscureciendo, que te lo trajo un cliente de España...
Me haces dudar, entrar en tu juego, me rodeas como un gato que juega con una cucaracha ya medio atontada y mordida. Me creés más inteligente de lo que soy, eso es lo que pasa.
O será que a veces también sabes hacer caer mi estima, como ahora con este jueguito de acertijos e incógnitas, donde ya no sé donde estoy parado.
Me hacés ir a la panadería, me das precisas indicaciones de que las figazas sean de manteca pero que me asegure de que la manteca sea de verdad, ni margarina ni aceites vegetales, que sino cuando las tostás tienen sabor amargo.
Es rojo pero luego se va oscurenciendo... pienso en la vejez, en mi corazón, en mi hígado cada vez que lo riego con gintonics, en los muebles de caldén, en los pisos de parquét.
Hay gente esperando con sus medias docenas o docenas de mediaslunas y otras facturas brillantes acarameladas, hacen la cola para envolverlas y pagarlas, mientras yo pregunto si hay figazas de manteca, interrogo sobre el origen de las materias primas y analizo si llevar medio o tres cuartos...
Yo sé que me querés cuidar por el tema de la presión, que por eso todo se cocina sin sal. Será porque pensás que soy lento, que hablo con pausa y que no me meto en tu vida que no me habría dado cuenta que trajiste de la oficina una pata de jamón?

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